miércoles, 13 de febrero de 2013

Probando probando

En esta ocasión quisiera transcribir unas letras sin mucho estilo ni clase, como siempre lo he dicho (con mis callejeros escritos), pero sí con un objetivo: una declaración al aire a la hermosa mujer...

He aquí vas apareciendo como suaves burbujas de un océano etérico.
Tan mágica como un reno que esconde su verdadera virtud detrás de su propia leyenda.
Tan hermosa como la primavera que escoge su mejor vestido en cualquier ocasión.
Tan delicada como la brisa del mar que sólo muestra sus arcoiris en el momento menos esperado.
Así, mágica, hermosa y delicada... así, mujer.
No menos clara que las melodías de los sinsontes, no menos profunda que una soledad más silenciosa...
Así... sólo tú...

Tan solo un segundo a tu lado basta para aligerar el peso que se lleva tras siglos de existencia.
Una sola mirada tuya puede transportar al mismísimo fin de los días venideros... pasado, presente y futuro se conjugan tras el dulce fuego que sale de tus pupilas y quema todo alrededor... así como se vuelven fértiles los campos, así como se le vuelve a dar vida a la razón de ser del sembrador.

Ese fuego fértil, tan cercano al sol no basta tan siquiera mencionarlo, pues indescifrable es... sólo lo pueden sentir los espíritus atentos que aún llevan consigo cobijas gruesas en sus costados y viven en mundos grises donde ningún rayo solar puede llegar... sólo lo pueden sentir seres que viven en el equilibrio total de una vida entregada a la libertad como las flores del desierto como el viento y como el mar.

Es por ello inexplicable el motivo por el cual soy el mensajero de este milagro divino, de intentar describir la calidez de tu mirada y la inmensidad de tu belleza esculpida en esos ojos tan perfectos como el fuego mismo, tan brillantes como el reflejo de la esperanza en el mar y tan gloriosos como el amor que siente una madre por su hijo antes de nacer.

Gracias por aparecer y traer contigo todo tu universo de fantasía.